¡¡¡ QUE SEA DE HUELVA ¡¡¡

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miércoles, 2 de octubre de 2013

El catalanismo realmente existente

Por mí, que la patria se disuelva como un terrón de azúcar, y lo mismo da que se disuelva en la Unión Europea o que lo haga por segregación. No recuerdo quíen me decía que su verdadera patria estaba entre junio y septiembre. Resumiendo: la independencia de Cataluña me parece que es una decisión que pertenece a los catalanes, diga lo que diga la Constitución. Y por mi parte, allá ellos. El derecho a la independencia (unilateral, faltaba más) por desgracia lleva aparejado el derecho a la invención de una nación, qué le vamos a hacer: como han hecho todos los países, se inventan su historia, sus héroes, su literatura y esos símbolos o tótems que les unen. No es tan grave, llegará el día en que los catalanes también puedan burlarse de su sagrada tradición y desmontar las falacias de su historia oficial, como ha llegado en todos lados. Mientras tanto resulta entre penoso y divertido de ver.
En cuanto al problema de los castellano-hablantes en Cataluña, lo que están haciendo me parece una barbaridad. Durante el tiempo que vivi fuera de Andalucía, nadie me obligó a hablar canario,catalan o castellano; desde la atención médica hasta el examen del carnet de conducir, todo te ofrecían hacerlo en español. Es otra actitud, desde luego. La de los catalanes en cambio es totalitaria y comprendo bien que los castellano-hablantes se sientan allí acosados, y simpatizo con ellos. Mal remedio tiene, cuando se parte de la premisa de que la independencia política necesita el cimiento de la exaltación nacionalista. En mi opinión, Cataluña podría ser independiente y bilingüe, por ejemplo, pero al parecer la independencia, para los catalanes, es un asunto religioso, no político.
¿Se puede plantear la independencia de Cataluña en términos políticos y racionales, sin necesidad de fundamentos místicos, patrióticos y atávicos? Ojalá. Me gustaría ver un independentismo catalán que defendiera también el castellano como lengua propia. Por  poner un ejemplo: a los irlandeses jamás se les ocurriría que su independencia necesite renunciar a James Joyce, no son tan mentecatos, como no lo son para pensar que es menos irlandés  que, pongamos, Micheal Mac Liammoir, que al parecer escribió unas trescientas obras teatrales en gaélico. Aquí sí lo somos, al parecer, tontos tan de capirote como para excluir de la literatura catalana a Juan Marsé. Hace un tiempo oí en Valencia a algunos conocidos justificar la escasa presencia del PCE en el centenario de Miguel Hernández aduciendo que “no usaba la lengua del territorio”.  Ante tamaña sandez, sólo cabe un incrédulo y sobrecogido silencio.
¿Por qué el catalanismo del que disponemos es tan eclesial, cazurro y hasta imperial, con la lengua como compañera? Es una buena pregunta y creo que algo que ver tendrá el hecho de que el catalanismo que hay es una creación de la derecha empresarial, con sujetos como Jordi Pujol a la cabeza.
Resumiendo de nuevo: creo que la independencia de Cataluña la deben decidir los catalanes, pero lamento que sólo cuenten  para ello con este catalanismo místico, metafísico y trapacero, paleto y grandilocuente.
Claro que, por otra parte, hay que reconocer que muchas ganas tendrán los catalanes de la independencia, si se resignan a llegar a ella incluso a lomos de burros tan averiados como CiU y ERC.

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