¡¡¡ QUE SEA DE HUELVA ¡¡¡

¡¡¡ QUE SEA DE HUELVA ¡¡¡

domingo, 13 de octubre de 2013

En defensa de los sindicatos



Desde hace unos pocos años, se escuchan cada vez más críticas a los sindicatos, incluso desde colectivos y personas que, en teoría, deberían estar a favor de ellos. Ante la convocatoria de una huelga general, por ejemplo, salen igual de mal parados en los comentarios populares tanto el Gobierno que oprime a los trabajadores como los sindicatos que luchan por los derechos laborales de esos ciudadanos. Tremenda paradoja.
Hay una parte de lógica en esas críticas (por lo demás, siempre muy genéricas), pues no escasean los casos de sindicalistas concretos que aprovechan sus puestos remunerados o su tiempo de dedicación sindical para, en realidad, no dar golpe,o ,como vemos por estas tierras,aprovechar personalmente sus "contactos". Y también son cuestionables algunas prácticas totalmente anacrónicas y contraproducentes, como los piquetes informativos, que más que informativos son siempre coactivos y hasta amenazantes. Deberían ser eliminados de la práctica sindical, pues no sirven para nada.
Y, sin embargo, somos muchos los trabajadores que, sin haber estado jamás afiliados a ningún sindicato ni tener ninguna clase de vínculo con ellos, observamos cómo todos los años –o, mejor dicho, cada vez que se negocia el convenio colectivo– aparecen por la empresa unos señores pertenecientes a estas organizaciones que, de forma desinteresada, asesoran a los trabajadores, les ayudan a negociar y dan a menudo la cara por los intereses de los empleados, sin que tengamos que pagar nada por ello, ni afiliarnos al sindicato, ni ofrecer ninguna otra contraprestación.
A veces, no se consigue nada, pero otras veces se logran mejoras salariales o de las condiciones laborales gracias precisamente a su mediación. Por ello, todos los trabajadores estamos en deuda con estas organizaciones y, si un día nos llaman a la huelga, ¡qué menos que secundarla! Es más: si hoy en día tanto el trabajador de alta cualificación como el paleta más humilde tiene un mes de vacaciones pagadas al año, derecho a descansar los fines de semana, baja remunerada por maternidad y otros derechos que ahora nos parecen elementales es sencillamente porque hace bastantes décadas hubo hombres y mujeres al frente de sindicatos que lucharon con valentía y asumiendo gravísimos riesgos hasta conseguir sus objetivos para todos los ciudadanos.
Quienes sostienen que secundar una huelga es solo una forma de tener un día libre (bastante caro, por cierto) o es un ejercicio totalmente inútil, deberían recordar que la clase trabajadora ha logrado la mayor parte de esos derechos que hoy tiene mediante huelgas, protestas o manifestaciones. Rara vez los empresarios o los gobiernos han concedido una mejora a los trabajadores en un arranque de generosidad espontánea o por un súbito acceso de conciencia proletaria. Solo se han logrado derechos cuando se ha luchado con tesón y contundencia. Quien crea lo contrario, puede continuar en su mundo de fantasía y ensoñación.
Tiene razón el delegado episcopal de Cáritas en Ibiza, Miquel Àngel Sánchez, cuando afirma que el sistema político actual nos está idiotizando, pues ha conseguido que no distingamos lo que está bien de lo que está mal. El día en que todos consideren que los grupos ecologistas no sirven para preservar el medio ambiente, que los sindicatos no sirven para defender a los trabajadores, que las ONG no son útiles para ayudar al Tercer Mundo o que las feministas no ayudan a la igualdad de la mujer, entonces los bancos, los especuladores, los tiranos y todos los opresores del mundo estallarán en carcajadas porque habrán triunfado. Y la democracia habrá muerto.

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