Apareció casi de la nada, cuando menos se esperaba, cuando Huelva se resignaba a seguir viviendo muchos años más sin un torero que le iluminara el horizonte. Pero su fondo y sus formas, tan por pulir ambas entonces, fueron un deslumbramiento cuando Huelva se puso a buscar una esperanza. Es de Trigueros de cuna y de concepto. Porque esas tierras, no sólo cría toros recios, también toreros con el corazón duro como una piedra. Como David de Miranda, a partir del domingo, nuevo novillero con caballos con denominación de origen onubense.
La Merced, su plaza, donde ya ha triunfado las dos veces que la ha pisado, será el comienzo de otra etapa de su camino. Hace 17 años que Huelva no tiene un novillero con picadores y ahora es su turno. Viene de impactar allí donde ha toreado y de sorprender, antes que nadie, a los profesionales que le han visto. Su toreo es tan limpio y claro como su mirada. Y tan sincero. Además de buen torero, David de Miranda es un tipo excelente, educado, discreto y humilde. Virtudes todas que, puestas ante el novillo, son sinónimo de grandeza. Tanto como promete esta esperanza que Huelva encontró cuando buscaba un torero y que hoy conjuga su verbo más en presente que en futuro.
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